Cuando
un año finaliza y da paso a uno nuevo,
es inevitable echar la vista atrás y rememorar el tiempo pasado. En un año
ocurren muchas cosas, acontecimientos previstos y, muchos , imprevistos.
En
nuestra casa ha habido muchos sucesos pero, algunos más importantes que otros.
Uno de ellos, sin duda, es haber visto cómo nuestros hijos han crecido,
madurado, por dentro y por fuera. Es una gran satisfacción, al menos para mí,
ver que tus hijos crecen según lo “estipulado”:
pasan por la infancia, viven la pubertad, experimentan la adolescencia,… Los pantalones les quedan cortos y apenas les
duran dos meses los últimos que les compraste, esos zapatos tan bonitos ya no
les valen porque el pie crece en un mes, sí en un mes ¡!! En fin, lo normal en
todas las casas…
Ver a
tus hijos sanos es motivo de agradecimiento pero, también, motivo para
valorarlo y acordarse” muy mucho” de aquellos padres que sufren por ver a sus
hijos enfermos. Cada día me acuerdo de ellos, para que puedan recibir mi
oración y sean fuertes,… son padres ejemplares.
Pero
los hijos crecen por dentro también. Ver que, poco a poco, saben tomar
decisiones correctas, defienden causas nobles, actúan en conciencia y plantean
en casa miles cuestiones que les inquietan y cuestionan y que les ayudan a
tomar criterio personal... es un gran don.
Este
año , además de todo esto, he recibido un gran regalo : he empezado a trabajar
en un colegio, con chicos de 2º y 3º de la ESO. He estado varios años dando clases
particulares a chicos de la ESO y Bachiller y ha sido una experiencia muy bonita para mí
porque me gusta dar clases y estas edades tan “especiales” son todo un reto
para mí.
Lo mío son las letras, la Lengua y la Literatura,
una asignatura preciosa. Llevo tan solo tres meses en el cole, pero, desde luego, parece
que llevo años por la intensidad de lo vivido..
Ser
profesor es una de las vocaciones más bonitas que existen. Transmitir unos
conocimientos, ayudar a tus alumnos a desarrollar unas capacidades
intelectuales que les permitirán ser personas maduras y les abrirán la mente a mundos maravillosos, …
es, sin duda, una tarea apasionante.
Pero,
por encima de todo ello, lo maravilloso para mí es el encuentro diario con mis
alumnos. Soy consciente de que delante de mí tengo , no a un grupo, una masa de
gente, sino, en mi caso, a treinta y cuatro alumnos, treinta y cuatro personas
con todo lo que eso significa. No he perdido de vista ningún día aquello que
leí de Xosé Manuel Domínguez Prieto en su libro “El profesor cristiano:
identidad y misión” sobre la mirada al alumno: “ la forma adecuada de mirar a
nuestros alumnos es con asombro ante el misterio que son, con admiración ante
la maravilla que encierra cada una de sus personas”.
Cada
uno es importante, cada uno es valioso y, en medio de su carácter,de sus
problemas, su problemática familiar que
le influye poderosamente en su comportamiento, incluso, en el de la
clase y que, muchas veces, te impide
desarrollar tu labor educativa,.. en medio de todo ello, lo valioso es esto:
cada uno es importante, cada uno es único y me alegro de que cada uno exista.
Es una
gran responsabilidad para mí todo esto, pero lo vivo con paz y alegría. No solo
tengo la ayuda de Dios que me ilumina lo que debo decir o hacer en cada
momento, sino que cuento con la ayuda de profesores que , en estos meses, me
van enseñando esta preciosa labor. Gracias a cada uno desde aquí.
Termina
un año y empieza otro. Lo que vaya a pasar a partir de aquí, sólo Dios lo sabe…
Yo sólo sé que vivo agradecida por tanto y que espero estar a la altura de las circunstancias
Feliz
año desde “Por la vida juntas” a cada
uno y gracias por seguir leyéndonos !!!
Cristina