lunes, 12 de marzo de 2018

El vecino de arriba

Mi residencia en Madrid pertenece a una orden religiosa, así que tenemos el regalazo de poder bajarnos a la capilla, rezar, saludar al Señor... Me encanta volver de la uni y, antes de ir al cuarto y ponerme a estudiar, pasarme un momento y hablar con Él. 
 El año pasado las hermanas habilitaron una habitación de la cuarta planta y la transformaron en oratorio para nosotras. Hace un par de semanas tuvimos un pequeño acto para trasladar el Santísimo y... ¡no sabéis lo bonito que fue!
Fuimos todas a la capilla, en la primera planta, e hicimos un momento de oración. Después acompañamos a la hermana, que llevaba el Santísimo, en procesión, mientras íbamos cantando con la guitarra. Tuvimos al final una última oración con el Señor ya en el oratorio y cuando acabó nos quedamos todas rezando en silencio. 
Fue un momento muy especial. El verme con las demás, todas frente al Sagrario, me hizo sentirme muy llena y agradecida por poder vivir en la resi... Y también por poder rezar con las hermanas y ver su alegría y dedicación.
¡Así que ahora se podría decir que Jesús es mi vecino de arriba! Todas estamos contentísimas de poder tener un lugar para nosotras, donde encontrarnos con Él y pasar momentos del día... Es un regalo terminar de estudiar y decir:«¡me voy a rezar!» y simplemente subir las escaleras. Saber que Cristo está en casa es una sensación preciosa, y da tanta paz ir a verle...❤



¡Un beso grande!

Carmen.

martes, 19 de diciembre de 2017

¡Día en Ginebra!

El 25 de octubre, aprovechando la semana de vacaciones por todos los Santos, fui a pasar el día a Ginebra con unos compañeros de la universidad... ¡Es increíble que en solo dos horas de bus haya viajado a otro país!!
Cogimos el bus de las 6 y diez, bastante pronto, ¡pero no me importó el madrugón...!
 Me encantó el momento de cruzar la frontera porque el paisaje cambió totalmente y desde el bus se veían las montañas llenas de niebla y alguna casita en medio de los bosques...


Ginebra me sorprendió porque, aunque me la imaginaba más grande, es una ciudad preciosa, con mil rincones bonitos y llena de vida. Callejeamos hasta llegar a la zona del río, muy agradable para pasear y sentarse en el cesped. Después decidimos ir a pie a la Plaza de las Naciones Unidas, donde está la famosa 'broken chair'.


 Comimos a las 12, como buenos franceses, y de bocadillos (yo tan contenta porque me había traído mi comida sin gluten) Y por la tarde seguimos con nuestro recorrido: vimos el reloj de flores, paseamos por la zona universitaria... E, incluso, entramos en una iglesia ortodoxa preciosa, tanto por fuera como por dentro.


Acabamos sentados al lado del faro de la ciudad y muy muy cerca del chorro de agua que aparece a ratos durante el día. 
Estoy muy contenta de haber podido visitar Ginebra... ¡En un día pudimos ir a los sitios más conocidos pero también descubrir rincones escondidos y disfrutar del buen tiempo que hacía! Ha sido una experiencia diferente y muy bonita. Cuando me paro a pensarlo, me siento afortunada de lo que estoy viviendo en el Erasmus y todos los planes que van saliendo...



¡Un beso grande!
Carmen.


domingo, 15 de octubre de 2017

''Ça va aller''

Creo que, después de un mes en Lyon, ¡puedo decir que la semana que viene ya tendré una rutina! Aunque las clases empezaron el 11, es increíble la cantidad de problemas que he tenido con las asignaturas, la administración de la universidad, los créditos que necesito... septiembre ha sido muy intenso, con subidas y bajones...:
Mi primer y único agobio era poder seleccionar mis asignaturas, ya que hay un número limitado de plazas. A la semana de empezar el curso me dijeron que no podía asistir a una de ellas por falta de plazas. Me puse a buscar alternativas, fui a clases para probar cómo eran... La elección de una nueva asignatura traía consigo un nuevo problema, un incoveniente por parte de alguien, de tal manera que ya he perdido la cuenta del número de veces que he ido al servicio de relaciones internacionales a hablar con la chica de siempre y empezar de cero a buscar una solución (la chica del departamento se sabe de memoria mi número de estudiante...) Tres semanas después de que hubiera comenzado la universidad, yo seguía barajeando opciones que fueran aceptadas tanto por los coordinadores de Lyon como por la universidad de Madrid. Y, finalmente, después de dos semanas pensando diferentes combinaciones y reajustando horarios, creo que puedo decir que este viernes, tras validar definitivamente las materias, se solucionó todo.
 Sé que no es bueno agobiarse en exceso y que no siempre se puede aclarar una situación en el mismo día, puede llevar más tiempo y requiere, por lo tanto, bastante paciencia. 
Creo que si algo he aprendido de septiembre es que debo ser más paciente y confiar en que todo saldrá, de una manera u otra, pero saldrá. Me he dado cuenta de que no merece la pena darle vueltas a lo mismo una y otra vez, el día tiene 24 horas y llega un punto en el que ya no queda nada más qué hacer, sino esperar.
Hay días en los que he llegado a la residencia cansada y un poco impotente, y me he encontrado en el pasillo con alguien que me ha preguntado y me ha dicho: «ça va aller» («se va a solucionar», «saldrá») Cuando estaba especialmente nerviosa o preocupada porque veía que los estudiantes llevaban tres semanas de clase, apuntes y rutina, mientras que yo no sabía ni siquiera qué asignaturas cogerme que fueran validas, debo reconocer que no me hacía nada de gracia que me soltaran el «ça va aller», y pensaba: «mira, mucho ça va aller pero esto no hay quien lo arregle...»
Sin embargo, ahora me doy cuenta de que sí, todo sale . Y, aunque no lo parezca, no hay nada que no tenga solución.
¡Empiezo octubre contenta y con ilusión, estrenando horario semanal y por fin una rutina!



Carmen.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Bonjour, Lyon!

Comienzo mi segundo año de carrera pero... ¡en otra ciudad! ¡Ahora mismo estoy en Francia, concretamente en Lyon, para vivir la experiencia Erasmus hasta enero! Llevo solo dos semanas aquí y me sorprende cuánto he aprendido en tan poco tiempo...:
Mi universidad se llama Jean Moulin y, aunque las clases comienzan el dieciocho, durante la primera semana asistí al curso de inmersión que organizaba la facultad para los estudiantes extranjeros.
 Fue una semana muy intensa, compuesta por clases de francés, visitas del campus y de la ciudad, reuniones de distintos profesores... 
He de reconocer que cuando no entiendo nada me agobio mucho pero luego compruebo que cada cosa viene a su tiempo y que no hay nada que no tenga solución.
Además, estos días  he podido tachar de mi lista de tareas el sacarme la tarjeta de transporte público, conseguir la acreditación universitaria... Y, después de hablar con varios dependientes, siento que lo mejor que me puede pasar al hacer papeleo es que justo me toque hablar con el dependiente majo, que comprende que me cuesta el idioma, que tiene paciencia...
Por otra parte, vivir en otro país significa acostumbrarse a otras rutinas, hábitos... Y sin duda lo que más me está costando es comer a las doce y cenar a las siete. Yo, que en España meriendo casi a las seis y media, ¡ahora ceno a las siete y a las nueve vuelvo a tener hambre! Supongo que por eso los días se me hacen tan largos y tan cortos al mismo tiempo.



Sin embargo, estoy muy ilusionada con el francés: cada día aprendo nuevas palabras, me corrigen algo de la pronunciación, y la gente me dice que se nota que soy española porque hago muchos aspavimientos al hablar. ¡Recurro bastante al lenguaje de signos cuando me falta vocabulario y me encanta decir pequeñas palabras como 'c'est ça' (es eso) 'donc' (entonces) o 'voilà', porque me hacen sentir más francesa!
Sé que todo viene poco a poco, así que intento disfrutar los pequeños momentos del día e ilusionarme con los planes que voy haciendo y lo que voy consiguiendo... Hay días mejores y peores, ¡pero creo que me esperan muchas experiencias bonitas en Lyon!


Carmen.







jueves, 15 de diciembre de 2016

El primer día de otoño

¡Hola, hola!
Quería compartir con vosotros una de las redacciones creativas que he realizado este cuatrimestre en la asignatura de lengua. Es una manera de escribir propuesta por la profesora, y que consiste en redactar lo que queramos usando una serie de palabras que nos indica ella. Puede ser una carta, una historia, un poema... Lo que nos apetezca crear, ¡siempre y cuando dichos términos estén incluidos! Esta en concreto me hace ilusión por ser la primera, ¡espero que también os guste a vosotros! 


El primer día de otoño

Por fin llegó el día. Primer día de otoño. Cambio de estación y de tiempo. Fuera el calor sofocante. Hola de nuevo a la entrada del viento amable que introduce al invierno.
 Siempre esperaba nervioso esta fecha porque tenía por costumbre visitar el bosque cercano a mi casa para sentir cómo comenzaba una nueva estación y todo cambiaba.
Como hacía todos los años, me puse mi vieja chaqueta color mostaza y me adentré en el bosque, del que conocía no todo, pero una gran parte.
Me gustaba la sensación de la llegada del otoño. La tierra mojada y convertida en barro tras las primeras lluvias, la hierba fresca y con olor a clorofila… Me encantaba el aroma que dejaba la lluvia después de haber pasado y la sensación de frío que permanece.
Recorrí, como era mi camino habitual, el sendero que me permitía adentrarme hasta sentir que estaba rodeado de árboles, y mirar hacia arriba y no poder divisar el cielo por la espesura de estos. Ya empezaban a aparecer en ellos los colores del otoño. En su mayoría eran ocres. Ocres de tonalidades marrones, castaños, parduscos, de color granate, algunos más amarillentos y otros todavía verdes.
Esa tarde todo sucedía como tantas veces. Me sentía a gusto con el entorno, cercano a lo que me rodeaba.
Sin embargo, de repente, escuché un sonido. No se correspondía con el sonido que provoca el paso del viento entre los árboles, o el de la lluvia al caer de manera lenta en la tierra seca. Era otro tipo de sonido, más bien una melodía. Sí, una melodía escrita en partitura.
Me paré, esa melodía estaba muy cerca. Y no me era indiferente, la tenía en mi cabeza desde hacía años, quién sabe desde cuándo, pero no la identificaba, no la asociaba a nada.
Empecé a moverme en dirección suya, caminando cada vez más rápido. Nervioso, quería acabar con el misterio en seguida, escondía demasiado. No podía tardar tanto en averiguarlo. Inmediatamente comencé a correr a buen ritmo, mientras notaba cómo el corazón me latía a cada paso con más fuerza. Bum, bum, bum… Notaba mi latido cada vez más acelerado. Desconocía qué parte del bosque era aquella, ya no me paraba a mirar los árboles.
Y de repente, llegué a la melodía. Una casita destrozada, deteriorada por su desuso. Pero la melodía seguía, estaba dentro.
Notando todo mi cuerpo nervioso, entré, necesitaba saber de dónde venía, qué significaba, por qué la tenía grabada en mi mente y podía tararearla de memoria.
En el interior de esa casita estaba esa melodía, en una caja de música que permanecía abierta y por eso su cancioncilla no paraba. Al momento recordé todo: la música, la caja, la habitación… Todos estos elementos salieron de mi cabeza formando un recuerdo que tenía olvidado, pero no perdido:
Era una caja de música, que permanecía abierta y por eso su cancioncilla no paraba. Al momento recordé todo: la caja de música de mi abuela, la que escuchaba siempre que leía. Pero… ¿quién la había dejado abierta, en un bosque deshabitado? ¿Por qué no la había oído hasta ese momento, hasta ese día de otoño?

domingo, 11 de septiembre de 2016

¡Bienvenido, septiembre!

Ya está aquí Septiembre, y con él todo lo que suena a rutina. Se acaba el verano, el no hacer nada, el descansar, desconectar del trabajo... Y empieza otra vez el curso.
Este año empiezo la universidad. Voy a estudiar  Traducción e Interpretación con los idiomas de inglés, francés y alemán, comenzando por fin la carrera que llevaba varios años queriendo hacer, por lo que la vuelta es aún más emocionante. Es un cambio de rutina, de lugar, de gente... Y en realidad cambio de vida, porque dejo por fin la etapa de instituto y empiezo  una totalmente nueva, una etapa que tengo muchas ganas de empezar porque, después de tantos años de instituto siendo más o menos los cursos parecidos y con asignaturas que me gustaban poco, mucho o nada..., viene un cambio de aires; ¡ hasta el hecho de dejar de llevar mochila me hace ilusión!
Si os digo la verdad, a diferencia de otras personas que quizás tengan más pereza, yo estaba deseando que llegara el uno de septiembre y me he pasado el verano esperando este mes con ganas. No porque no me guste el verano, que sé que enseguida lo voy a echar de menos, sino porque por fin voy a empezar la carrera que me gusta, y me encanta pensar que todo va a ser nuevo y diferente.
Por supuesto sé que no todo es de color de rosa, que adaptarse a los cambios cuesta, y que voy a pasar malos momentos; pero soy de esas personas que piensa que la mejor manera de empezar una nueva etapa es con una sonrisa, optimismo y muchas ganas (sin dejar de tener los pies en el suelo y preparada para todo tipo de situaciones, claro).

Por todo esto, septiembre me gusta más este año. También me agrada porque tengo ganas de retomar el blog, pintar con más frecuencia, leer más y más variado... ¡Y no puedo evitar mirar todos mis planes con ilusión!




¡Espero que también vosotros empecéis bien vuestro septiembre!
Carmen.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Termina un año.....

Cuando un  año finaliza y da paso a uno nuevo, es inevitable echar la vista atrás y rememorar el tiempo pasado. En un año ocurren muchas cosas, acontecimientos previstos y, muchos , imprevistos.
En nuestra casa ha habido muchos sucesos pero, algunos más importantes que otros. Uno de ellos, sin duda, es haber visto cómo nuestros hijos han crecido, madurado, por dentro y por fuera. Es una gran satisfacción, al menos para mí, ver  que tus hijos crecen según lo “estipulado”: pasan por la infancia, viven la pubertad, experimentan la adolescencia,…  Los pantalones les quedan cortos y apenas les duran dos meses los últimos que les compraste, esos zapatos tan bonitos ya no les valen porque el pie crece en un mes, sí en un mes ¡!! En fin, lo normal en todas las casas…
Ver a tus hijos sanos es motivo de agradecimiento pero, también, motivo para valorarlo y acordarse” muy mucho” de aquellos padres que sufren por ver a sus hijos enfermos. Cada día me acuerdo de ellos, para que puedan recibir mi oración y sean fuertes,… son padres ejemplares.
Pero los hijos crecen por dentro también. Ver que, poco a poco, saben tomar decisiones correctas, defienden causas nobles, actúan en conciencia y plantean en casa miles cuestiones que les inquietan y cuestionan y que les ayudan a tomar criterio personal... es un gran don.
Este año , además de todo esto, he recibido un gran regalo : he empezado a trabajar en un colegio, con chicos de 2º y 3º de la ESO. He estado varios años dando clases particulares a chicos de la ESO y Bachiller y  ha sido una experiencia muy bonita para mí porque me gusta dar clases y estas edades tan “especiales” son todo un reto para mí.
 Lo mío son las letras, la Lengua y la Literatura, una asignatura preciosa. Llevo tan solo tres meses en el cole, pero, desde luego, parece que llevo años por la intensidad de lo vivido..
Ser profesor es una de las vocaciones más bonitas que existen. Transmitir unos conocimientos, ayudar a tus alumnos a desarrollar unas capacidades intelectuales que les permitirán ser personas maduras y  les abrirán la mente a mundos maravillosos, … es, sin duda, una tarea apasionante.
Pero, por encima de todo ello, lo maravilloso para mí es el encuentro diario con mis alumnos. Soy consciente de que delante de mí tengo , no a un grupo, una masa de gente, sino, en mi caso, a treinta y cuatro alumnos, treinta y cuatro personas con todo lo que eso significa. No he perdido de vista ningún día aquello que leí de Xosé Manuel Domínguez Prieto en su libro “El profesor cristiano: identidad y misión” sobre la mirada al alumno: “ la forma adecuada de mirar a nuestros alumnos es con asombro ante el misterio que son, con admiración ante la maravilla que encierra cada una de sus personas”.
Cada uno es importante, cada uno es valioso y, en medio de su carácter,de sus problemas, su problemática familiar que  le influye poderosamente en su comportamiento, incluso, en el de la clase  y que, muchas veces, te impide desarrollar tu labor educativa,.. en medio de todo ello, lo valioso es esto: cada uno es importante, cada uno es único y me alegro de que cada uno exista.
Es una gran responsabilidad para mí todo esto, pero lo vivo con paz y alegría. No solo tengo la ayuda de Dios que me ilumina lo que debo decir o hacer en cada momento, sino que cuento con la ayuda de profesores que , en estos meses, me van enseñando esta preciosa labor. Gracias a cada uno desde aquí.
Termina un año y empieza otro. Lo que vaya a pasar a partir de aquí, sólo Dios lo sabe… Yo sólo sé que vivo agradecida por tanto y que espero estar a la altura de las circunstancias
Feliz año desde “Por la vida juntas”  a cada uno y gracias por seguir leyéndonos !!!

Cristina