miércoles, 17 de julio de 2013

A cambio de su sonrisa

Desde hace uno o dos años escasos voy con mi grupo de amigos, a los que conocí en Oasis, un grupo católico al que voy, al hospital a ver a los niños enfermos.
Al principio cuando nos lo propusieron no me apetecía mucho, pero bueno, fui de todas formas con los demás. Esa primera experiencia de ir a verlos fue muy bonita, íbamos primero al despacho del sacerdote encargado de dar misa en la capilla que hay y él nos acompañaba al piso de los niños. Allí íbamos llamando puerta a puerta, y preguntando que si querían que pasáramos, y si no les importaba pasábamos a cantarles canciones, hacerles trucos de magia o simplemente a hablarles, preguntándoles por lo que les gustaba hacer, a qué les gustaba jugar...
Me gustó mucho ir porque ,ya que muchas veces sentimos pena por la gente que sufre y no sabemos qué hacer, esta era una manera de ayudarles, de que se olvidaran de la situación aunque fuera por unos pocos minutos. Simplemente cantarles una canción y preguntarles el nombre y la edad les hacía sonreír, dar palmas... Entrabas con la esperanza de alegrarles el día y salías feliz de haberlo hecho.
Después de pasar por las habitaciones, les invitábamos a ir con nosotros a la escuela que hay en la planta, en la que están los juguetes, los puzles... y allí les enseñábamos a hacer instrumentos con garbanzos, manualidades con purpurina y mil colores...o jugábamos a lo que ellos quisieran.
Recuerdo una vez que había una niñita con síndrome de down y quería jugar con los cochecitos que había, entonces cogió ella el coche, y yo la moto y se puso a correr riéndose para que no la cogiera, ya que yo estaba persiguiéndola por toda la sala.
Por eso, al empezar este verano, y al hablar sobre las actividades que podríamos hacer, propusimos el ir otra vez, animando a todos porque pensábamos que iba a ser un gran bien para todos y una alegría para los niños.
Lo mejor de esta labor no es que pasas así un rato del día o sales con los amigos, es que a esos pobres niños que tienen alguna enfermedad, algunos muy pequeñitos y con enfermedades bastantes graves, les alegras el día, les das cariño, intentando hacerles sentir bien, felices...Y claro, sales de allí con una alegría inmensa.
Este año, además, nos han propuesto otras maneras de ayudar: ir a Sta. Casilda, visitar a los enfermos mayores del hospital, o visitar a la gente que está en la última etapa de sus vidas a causa de sus enfermedades. Así que ,a ver qué pasa,.... desde luego ,todas son labores fantásticas en las que tú das testimonio, y a la vez ellos te dan testimonio.

Carmen

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